viernes, septiembre 08, 2006

Sueño 33


Manos ataviadas de premoniciones. Ensoñación que cubre de silencio todo lo que un día sólo fue y no sucedió.La monotonía es un salvavidas cada vez que el amanecer no acompaña.
Como si el mar callara o se convirtiera en payaso y riera de lejos, el sueño se torna fundamental para no pensar en la distancia.
El deseo no es sólo carne. Es necesitar sin miramientos.La noche se revela.El día es una presencia inevitable. Cerrar los ojos y amar, estímulación anorgásmica. Los perros quisieran decidir por sí mismos. Entre las alas de un deambular eterno se divisa el inmenso valle de almas que el mal amor ha partido en pequeños trozos fosilizados.
Una taza de té a medio tomar , un estado de hipnosis lúcida.Los árboles se desnudan en señal de alerta .
Los sueños jamás recordarán la nomenclatura de cada acontecimiento, sin embargo, es posible que se hagan reales, y así se reconcilian con aquella ausencia, y quedan en paz. Así la muchedumbre sobrevive.Buscando comodines, gargantas carcomidas, labios ocupados para lamer estampillas o algún reflejo que no revele más que una extraña sincronía.
Desnudos de sentimientos, nos volvemos prisioneros de la tenebrosa sombra de los errores.Error que no pasa, sólo una leve circunstancia. Algo así como la etérea imagen de una estrella que vierte sobre la conciencia agua mansa.
No somos más que polvo,.Siluetas hecha vaivén, ángeles encumbrados en aquel monte donde el razonamiento no admite analogías.
Pasa el tiempo- más temprano que tarde -y aquel cúmulo de reflexiones acompañan a los anacoretas a liberarse del yugo de la neurona suicida.Quien desea la Salvación a costa de su propia libertad es porque han optado a que su esencia se vuelva hilarante y soberbia.
Así , la incoherencia se transforma en el hogar donde sólo los cuerdos pueden volar.